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martes, 30 de octubre de 2012

Bases para una buena educacion sexual



La sexualidad forma parte de nuestra vida como un valor que nos acompaña desde que nacemos hasta que morimos. No es solo las relaciones sexuales en pareja, la seducción o las practicas de tipo genital. Es la forma en la que nos sentimos como seres sexuales, es algo biológico y natural que no podemos negar si queremos vivir de forma saludable física y mentalmente.

Esta forma que tenemos de vivirnos como seres sexuales se determina en muchas formas por la manera que nos educan. Está en nuestras manos la educación sexual de las nuevas generaciones.

Educar en el afecto


Es importante educar a los niños de forma que perciban su cuerpo como algo valioso que deben cuidar, la salud del cuerpo es indispensable para satisfacer nuestras necesidades vitales y mantenernos vivos. Estas necesidades vitales no son solo comer, beber, dormir y mantener una temperatura corporal adecuada; los seres humanos necesitamos para sobrevivir afecto y contacto físico. Experimentos con bebés prematuros, por ejemplo, determinaron una mejoría notable en los niños que recibían afecto y caricias continuas. Somos seres sociales y necesitamos afecto para que nuestras funciones básicas se efectúen correctamente.

La educación en afectividad debe ser desde el nacimiento, el contacto físico, los abrazos, los besos y las demostraciones de cariño que se dan a los hijos, marcan su forma de relacionarse más tarde con sus iguales. Es importante que sepan demostrar sus sentimientos, que se sientan cómodos con las muestras físicas y verbales de cariño y que canalicen de forma adecuada sus emociones.

En nuestra cultura se premia el no ser emocional, el no llorar y no demostrar en exceso las emociones que consideramos negativas. Por ejemplo un chico que llora es una nenaza y una chica que llora es “demasiado sensible”, la estoicidad es más valorada que la emotividad. La expresión de las emociones siempre es positiva, y el no saber o no poder sacar emociones intensas influye incluso en nuestra salud física. Cuando algo nos duele es esencial llorar y gritar, no con un fin de que alguien nos ayude sino simplemente por nosotros mismos, para canalizar la energía tan intensa que sentimos en ese momento. El mensaje de que expresar las emociones no es adecuado influye también en nuestras relaciones sociales desde pequeños y crea serios desequilibrios emocionales que requieren un trabajo mayor de mayores.

¿Es la educación en prevención suficiente?


Normalmente se interpreta la educación sexual a los hijos como educación en prevención. Esto está muy bien y es importante informar a nuestros hijos de temas como la prevención de ETS y embarazos, pero no es lo único ni lo más importante.
La educación sexual no se hace solamente sentándose a soltar la charla sobre un tema en particular, en realidad lo que es eficaz y lo que los niños adquieren realmente es la forma de tratar los temas en el día a día. Por eso, aunque nos planteemos transmitir unos valores a nuestros hijos, sean de tipo sexual-afectivo o no, si nosotros no tenemos esos valores, si no nos los creemos no podemos transmitirlos adecuadamente.
Seguramente todos los padres quieren que sus hijos vivan su sexualidad de una forma sana y natural, que no contraigan enfermedades, que puedan controlar la natalidad, que disfruten y que no tengan ningún tipo de disfunción que les impida ese disfrute. La educación en sexualidad, que es amplia y que abarca desde la afectividad hasta el placer o el conocimiento del funcionamiento del cuerpo o el del sexo opuesto, es difícil de tratar y difiere en opiniones en cuanto a que es lo adecuado a cada edad.

Transmitir los mensajes adecuados.


Es importante, sobre todo, que no se perciba un ambiente de censura en casa, que los niños sepan que pueden preguntar lo que quieran y obtener una respuesta clara y adecuada a su nivel de comprensión. Es esencial, por ejemplo, el tratamiento de la desnudez: no se trata de exhibir los cuerpos desnudos, sino de tratar el cuerpo como algo natural. Si cerramos puertas y nos escondemos ante nuestros hijos y les reprendemos cuando ellos no lo hacen, estamos enviando un mensaje del cuerpo como algo malo que hay que esconder.

Hay que distinguir entre lo tabú y lo íntimo y saber delimitar esa línea con los hijos. Que algo sea adecuado solo para la intimidad no significa que sea malo. Sabemos hacerlo perfectamente por ejemplo con hacer pis o caca, sabemos transmitir a nuestros hijos que es algo perfectamente natural pero que es mejor hacerlo en la intimidad. Podemos transmitir el mensaje adecuado para que el niño entienda donde puede hacer sus necesidades, sin interiorizarlo como algo negativo o sucio, simplemente relacionándolo con un lugar en concreto que, este caso, es el baño.

Desde bebés todos los niños exploran su cuerpo, se tocan los pies, las piernas, las manos, las orejas, la tripa…y también los genitales. Los genitales, obviamente son más agradables de tocar y sin relacionarlo con nada sexual niños y niñas suelen insistir en tocar esas zonas. Normalmente se les aparta la mano y se les dice lo sucio y cochino que es tocar eso, sobre todo a las niñas. Todos los mensajes que recibimos en la primera infancia se nos quedan para siempre, inconscientemente lo arrastramos y recordamos durante toda nuestra vida. Lo correcto sería, al igual que con el pis, aclarar al niño a cierta edad (a la edad en la que pueda entender el mensaje) que tocar su cuerpo está bien si le gusta pero es mejor hacerlo en la intimidad. Hasta que puedan entender el mensaje la mejor actuación cuando tocan sus genitales es no hacer nada, hay que pensar que cualquier señal de apartarle la mano, regañarle etc. puede marcar su sexualidad para siempre.

1 comentarios:

Es bueno saber todo, uno como padre muchas veces se pierde en cómo explicar o afrontar ciertas situaciones sin meter la pata. Un saludo